El trufa pertenece a la familia de los hongos, pero, contrariamente a sus hermanos, crece y vive bajo tierra cerca de las raíces de las plantas, en particular de robles, álamos, encinas o tilos.

El trufa tiene una historia antigua: los primeros en utilizarlo fueron los babilonios y posteriormente también griegos y romanos comenzaron a incluir el preciado ingrediente en sus recetas. El trufa, vagando de un pueblo a otro, comenzó a hacerse famoso y su fama creció hasta el punto de ser considerado un don de Dios para la humanidad con efectos sobrenaturales sobre la salud.

 

DISFRUTAR AL MÁXIMO LA TRUFA FRESCA
Cuando la trufa fresca entra en nuestras recetas, inevitablemente se convierte en la

tartufo fresco affettato con un mandolina sopra un piatto di fettuccine

protagonista: para valorarlo hay que prestar atención a cada pequeño detalle, desde la forma en que lo cortamos hasta la elección de los ingredientes con los que queremos combinarlo.

Antes de empezar a cocinar debemos recordar algunos pequeños trucos para no

estropear nuestro ingrediente principal. La trufa fresca debe usarse siempre a temperatura ambiente, por lo que si la estás guardando en la nevera deberías sacarla al menos media hora antes. Cuando laves la trufa no uses demasiada agua porque su superficie es porosa y absorbería demasiado líquido: cada tipo de trufa tiene una porosidad diferente: al momento de la compra pide consejo al proveedor sobre el mejor método para limpiar tus trufas.

Existen varios métodos para cortar la trufa de manera profesional. La trufa negra fresca es generalmente más versátil: puede ser cortada en crudo, pero también en cocción dentro de salsas y guisos, o puede ser rallada durante la preparación del plato teniendo cuidado de no calentarla demasiado. La trufa blanca, en cambio, es mucho más delicada y valiosa y debería ser cortada o mezclada en crudo sobre los platos calientes: de esta manera podrá liberar todos sus aromas de forma óptima. Para disfrutarla al máximo las láminas de trufa blanca deben ser finas, obtenidas usando un cortador de trufas, un pelador o una mandolina.


 

 

TRUFA Y SALUD
La trufa, además de ser un ingrediente valioso para incluir en los platos, es un alimento muy saludable porque no contiene colesterol, es rica en vitaminas, baja en grasas y favorece la digestión. Además, la trufa es una excelente fuente de:

  • Antioxidantes y sales minerales, útiles para combatir el envejecimiento y contrarrestar los radicales libres;
  • Magnesio y potasio, ideal para quienes sufren problemas cardiovasculares, ya que regula el ritmo cardíaco y las funciones de nervios y músculos, además de mantener el sistema nervioso sano;
  • Calcio, ayuda a mantener sanos huesos y dientes. Una rica fuente de calcio es excelente para prevenir enfermedades como la osteoporosis;
  • Hierro y fósforo, que contribuyen al metabolismo energético normal así como al funcionamiento normal de las membranas celulares;
  • Fibras, que ayudan a prevenir el cáncer de colon y a mantener el intestino sano y regular.

 

¿CÓMO CONSERVAR LA TRUFA FRESCA EN LA NEVERA?
Una vez comprada la trufa, cuanto antes se use mejor porque con un pequeño cambio de temperatura o una humedad excesiva podría deteriorarse. Sin embargo, puedes conservar la trufa en la nevera por pocos días: lávala cuidadosamente, sécala bien, envuélvela en papel absorbente, recordando cambiarlo a menudo para evitar que se humedezca demasiado, y luego colócala en un recipiente hermético. Puedes conservarla por 4/6 días.

Congelar la trufa: si sabes que no la consumirás en pocos días, puedes congelarla (lavada) envuelta en film transparente o en una bolsa hermética.

Recuerda además que si sobran pequeñas cantidades de trufa durante una preparación, siempre podrás usarla para crear una deliciosa mantequilla de trufa, perfecta para enriquecer tus platos de forma fácil y rápida. Para prepararla solo tienes que ablandar un poco de mantequilla y aplastarla hasta obtener una crema, luego ralla la trufa dentro de la crema, mezcla bien para obtener una mezcla homogénea y guarda todo en un recipiente con cierre hermético y consérvalo en la nevera por 3/4 días.

¡Ahora solo te queda elegir la trufa fresca que más se adapte a tus recetas y dar rienda suelta a tu imaginación en la cocina!

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